Al Otro Lado Del Río: Más Allá De La Realidad
"Caminábamos por la orilla de una quebrada, mi amiga y yo. No era un río ancho ni bravo, sino un hilo de agua clara que serpenteaba entre piedras lisas y árboles altos, en un rincón sereno del campo. El sol caía suave y el ambiente se sentía suspendido en una calma paradisíaca. Yo me sentía joven, de unos veintitantos o quizás treinta años, y sabía que me veía bien. Ella también: una muchacha de piel clara, cabello claro, recogido en una cebolla de donde se escapaban mechones que le caían a los lados del rostro. Aunque no recordaba su nombre, yo sabía que era mi amiga... Íbamos riendo, hablando de nada, caminando descalzas por la ribera. En un momento, ella se metió al agua. Se adentró sin miedo, y desde el centro de la quebrada me llamaba con la mano: —Ven, métete —decía con una sonrisa luminosa. —No... me voy a ahogar —le respondí desde la orilla. —No te vas a ahogar, yo te voy a acompañar... —me aseguraba...