Detrás de la barra
He regalado unas cuantas sonrisas, mientras quería salir corriendo. He deshecho el nudo de la garganta justo antes de atenderte.
He tenido hambre mientras te servía el desayuno; mi café se ha enfriado porque el tuyo es prioridad.
Vi tus ojos aguados y sentí tu tristeza como si fuera mía, te puse una cerveza tras otra, y pusiste varias canciones tristes en nuestra tele sin preguntar si podías... No se lo que te pasó, siempre pensé que la causa tenía nombre de mujer. Quería haberte dado un abrazo, aunque solo fueses un desconocido.
He oido verdades ajenas sin querer; estupideces, babosadas y sabios consejos. El que habla de más y da por hecho que lo sabe todo, y el que toma el café sin decir ni una palabra.
Tengo que darte la razón, porque eres el cliente, ¡pero es que no la tienes!
He visto la soberbia usando vestidos, y la inutilidad heredando el imperio hecho, tan frágiles, tan humanos como yo, tan llenos de soledad, y como única compañía, el dinero.
Vi lo pequeño que es el mundo al conocer un alma de mi pueblo. Querría sentarme en tu mesa y que me cuentes cómo dejaste aquello.
Te he visto llegar con tu madre, y me pregunto qué estará haciendo la mía.
Me perdí algunas fiestas porque solo quería descansar los pies. Y pienso en las fiestas que dejé pasar aquellos años, porque era fin de semestre y tenía mucho qué estudiar. ¡Tanto estudiar y estudiar! Es que no sabía que iba a emigrar, y acabaría poniendo cafés a quienes no responderían los buenos días al entrar.
He tirado la comida por la que pagaste, porque no quisiste más. A veces no quieres el postre, no sea que vayas a engordar. Yo espero que mis sobrinos hayan comido ya.
He oido tus burlitas, aunque aparente que no. Yo me pregunto qué carencias tendrías; quizá tu madre te abandonó.
Te he visto fastidiando intencionalmente a quien solo trabaja. Si yo fuera tú, no me meto con alguien que prepara algo que yo me voy a beber...
¡Hola, falso cliente! Se que no querías un café, te han mandado aquí para vigilarme. Finjamos demencia los dos.
Ahí vienes, creyendo que la sacarina es más saludable que el azúcar. Y ese otro de allá, que trae prisa y quiere ser atendido ya, no se ha fijado que solo tengo dos manos y hay otros tantos en espera.
No estoy segura de haberte puesto un descafeinado, espero que hayas podido dormir ese día.
Sinceramente yo quería oir esa historia que me estabas contando, eso que te pasó; pero ha entrado otro cliente, y tengo que atender.
Te he visto revolver el azúcar, tan pensativo, tan desganado. Mentalmente te abrazo, de este lado de la barra también hay sueños frustrados, sueños inconclusos y recuerdos añorados.
Distinguido y respetado cliente amargado, se que la vida te ha maltratado. Tú no quieres un café, quieres un poquito de cariño, un poquito de atención; necesitas ser amado.
Aunque a veces soy un poco bruja, no tengo una bola de cristal; pero desde aquí puedo adivinar lo monótona que es tu vida. ¡Siempre desayunando lo mismo! Tienes miedo de cambiar. Ya me lo decía el cocinero: "aquí todos son de perrito y misionero".
Amiga, él quiere pagar la cuenta, baja un poco la guardia y déjate querer.
Tú que me trajiste la taza hasta la barra; tú que me respondiste los buenos días, y encima sonreiste. Tú que dejaste algo "pa'l bote" porque te nace, y no porque para ti era chatarra; eres un héroe, una heroína, has salvado este día y has hecho que valga la pena regalar amabilidad.
Yo quiero darte eso que has pedido, tal y como lo has pedido, aunque me falle la memoria, aunque me gane el agotamiento. Yo no se hacer dibujitos en tu café, pero dicen que sabe rico, es que lo hago con cariño para ti, a pesar de ti, a pesar de la vida.
Comentarios
Publicar un comentario