Cronología de una venganza. Parte II: se acerca un bebé

Junio, 2015. Una vieja amiga del liceo quién estaba en la recta final de su embarazo, invitó a Emily y a su otra amiga Marian al baby shower, así que estas dos planearon ir juntas. La fiesta era en otra ciudad, John la llevó hasta el terminal de autobuses del pueblo y ella subió al autobús donde ya estaba Marian esperando y apartando el puesto de al lado para su amiga.

Al final de la noche el marido de la amiga embarazada llevó de regreso a casa en una furgoneta a varios invitados del mismo pueblo. Emily quedó en casa de Marian para esperar que John viniera a recogerla, con un trozo de torta y un recuerdito del baby shower.

Y llegó él, en su moto con cara de bravo pero sin decir ni pío, se notaba que estuvo bebiendo. Ella se subió y enseguida entraron a la avenida, había poco tráfico por la hora e iban a muy alta velocidad, él manejando de una forma brusca hizo alguna maniobra imprudente e innecesaria para adelantar un carro. Del susto, ella no hizo más que agarrarse fuerte de él, y sí, era una ironía creer que podía protegerse de un accidente aferrándose en una moto al cuerpo de alguien que no le importaba matar a los dos aquella noche. Si su intención fue causarle terror a ella, lo consiguió.



Julio, 2015. Algo le dio un giro a la historia, el bebé que unos meses atrás pensaban buscar, ya andaba nadando por allí dentro, tenía pocas semanas el embarazo. Y un día, en una de las frecuentes discusiones él insinuó que aquel bebé podría no ser suyo. Ella, como cualquier mujer segura de la paternidad de su hijo, se sintió bastante ofendida.

¿Pero de dónde surgió aquella insinuación? De aquella noche del baby shower... él se basaba en que nunca vió a Marian, la amiga con la que fue a la fiesta, pues la dejó en el terminal y subió sola al autobús. Luego la recogió en casa de ésta, pero pudo haber sido una coartada. Así ocurrió en la mente de un hombre que era de esos que alguna vez quedaron traumados para siempre tras sus primeros cuernos, viendo continuamente fantasmas donde no los había.

Así fue como ella entendió la extraña y violenta actitud que él tuvo la noche en que fue a recogerla, él no creía que ella venía de una fiesta con sus amigas.

Septiembre, 2015. Tras una de esas discusiones, ella recogió su ropa y volvió a casa de sus padres, no era la primera vez. Unos días después, con una rosa roja y una voz sutil, él fue a buscarla para convencerla de que volviese a casa. Ella aceptó volver, él juraría que la convenció, pero en realidad ella lo tenía decidido desde antes, pues estando en casa con su familia, pudo prever lo difícil e incómodo que iba a ser vivir todos juntos, tres familias en una casa pequeña con la dura situación económica de aquel año y encima un bebé por llegar.

Acabó eligiendo lo que ella creyó que iba a ser mejor para el futuro bebé, acabó eligiendo la comodidad y el bienestar económico, porque feliz no iba a ser allá, y probablemente en la casa materna tampoco.

Llegados a este punto Emily se propuso para sus adentros comenzar otra vez, aceptar a John con su lado bueno y su lado difícil, intentar llevarse bien con él, dejar de estar a la defensiva, empezar a enfocarse más en el lado bueno de aquel hombre y madurar por el bien de una familia que se estaba formando, ya no estaba en edad de recoger sus cosas y largarse adonde sus padres cada vez que el susodicho se ponía bravo por cualquier cosa.

En algún momento fugaz sintió como si estuviera caminando voluntariamente hacia la horca, ¿estaría exagerando? Después de todo, desde afuera parecía un buen hombre, un hombre normal, apartando su desconfianza, su necesidad de controlarlo todo, su ligereza para mentir y ocultar cosas, y su malhumor; pues sí, un hombre de carne y hueso, de esos que al principio te traen rosas rojas sin ser ninguna fecha especial, te dedican una canción romántica, te preparan el desayuno, te inivitan a pasear e intentan compensar sus cualidades negativas con sexo de calidad, porque saben que eso engancha hasta a la más alzada.

Así que una vez más ella intentó olvidar hechos pasados. Pero él siempre volvía a hacer algo que, sin darse cuenta, lejos de mantener vivo el accidentado amor que había allí, solo alimentaba esa semillita de venganza que ni ella misma sabía que crecía dentro de sí, a la vez que el bebé.





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