Cronología de una venganza. Parte III: el cuarto de los (malos) recuerdos

Octubre, 2015. Ya iban cinco meses de embarazo, y también se acercaba un momento importante para Emily: su segunda graduación de la universidad.

Un día normal estaba trabajando, sin embargo la jornada tuvo que extenderse como en ocasiones anteriores. Se hizo de noche, aunque para ella no había inconveniente alguno puesto que contaba con sus compañeros de trabajo para llevarlos a todos hasta sus casas. A más de media hora se encontraba la planta donde operaban ese día, así que esa noche llegó a casa aproximadamente a las 11:30  pm., agotada como era normal.

Qué bromistas eran sus compañeros, uno conducía y le decía entre risas "seguro que ya te tienen la cena servida en la mesa, como una reina pues"; el otro le secundaba, comentando y riendo "con unas flores y todo, no te puedes quejar"... Así se despidieron aquella noche, ella bajó de la camioneta y entró a casa.

Saludó como de costumbre, pero John le esquivó; ella no entendió a qué venía aquel mal gesto pero enseguida se percató de que él tenía los ojos rojos, su voz parecía más gruesa de lo normal, se le podía sentir una actitud violenta y desafiante. Seguro que estuvo bebiendo alcohol, fue lo primero que ella pensó, pero luego notó que él no olía a alcohol, tampoco hablaba como quien está un tanto borracho. ¿Por qué estaría así? ¿Qué habría consumido?

Intentando ignorarlo para evitar conflictos, Emily siguió de largo hasta la habitación de los trastos, era allí donde solía quitarse sus botas de trabajo. Pero John se fue detrás de ella haciendo preguntas y comentarios con un tono iracundo acerca de lo tarde que llegó.

Ella se sentó en el suelo, se quitó aquellas botas pesadas y también la camiseta de trabajo. Él de pie frente a ella seguía con lo mismo, ella no respondía nada, estaba exhausta, solo empezó a llorar, agachada con la cabeza metida entre las rodillas.

John pudo haber parado, pero pasó a otro nivel de humillación y con mucha prepotencia y rabia en su voz dijo palabras que ella nunca olvidaría... "Solo eres una licenciada de papel, eres puro título, porque yo no veo que traigas dinero a esta casa y tampoco tienes nada, y no me invites a tu graduación porque no pienso ir".

Aquello fue como unos cuchillos que salieron de su boca y se clavaron en el pecho de ella. Parecía tan violento que Emily tenía la impresión de que John estaba a punto de ir más allá, así que, aunque ella solo lloraba sin decir nada, estaba muy atenta a todo lo que había a su alcance inmediato, era el cuarto de las herramientas y ella estaba dispuesta a usarlas como diese él un paso más. Por suerte no tuvo que hacerlo, por fin se había cansado de discutir solo.



Noviembre, 2015. Habían pasado ya unos días. John, como si nada, le pidió a Emily que le acompañase al pueblo a comprar una camisa para su graduación. Ella lo miró desconcertada, fue como si el mismo hombre que le dijo que no le invitase a su graduación, no recordase todos los sapos y culebras que soltó unas noches atrás. Ella, todavía decepcionada, sarcásticamente le hizo un breve resumen con la intención de restregarle todo lo que él le había dicho esa noche, pero no hubo nunca una disculpa, ni ese día, ni los días anteriores, ni los días por venir.

Llegado el día del acto ella recibió su título, orgullosa de contar con sus padres aquel día; no tan orgullosa de que John apareciera en las fotos. Y es que nadie sabe lo que ocurre en las cuatro paredes de cada casa, la gente simplemente sonríe, dice "whiskey" y tendrá unas fotos para el recuerdo.

Como la vida nunca tiene suficientes ironías, en la fiesta de graduación se sentó en su mesa uno de los profesores favoritos de Emily, quien conocía a John desde muchos años atrás por haber trabajado en el mismo lugar. A lo que se dirigió a ella diciendo "cuida a este hombre, te sacaste la lotería, es un buen hombre, "oiste?". John sonrió en silencio con aires de arrogancia, intentando mostrar una humildad que no habitaba allí.

La madre de Emily enseguida reaccionó elogiando a su hija, si bien ella no sabía todo lo que pasaba en su vida, la conocía lo suficiente como para percibir su sentir. Para ella su hija también era una buena persona y merecía que la cuidasen.

Aunque los días y la vida siguieron su curso, Emily no pudo olvidarse de la que fue la noche más humillante de su vida, tanto que le quitó el primer lugar al día del pimentón siniestro, y por experiencias como esta, algunas buenas personas se transforman en algo más que buenas.


Comentarios

  1. Muy buen relato,donde se evidencia la falta de amor y compromiso que se tiene cuando se vive en pareja!

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