Se Busca: La recompensa es ella

    Se me pierde la mirada sin un rumbo fijo, buscando algo que hace mucho se perdió, sin saber cómo ni cuándo. Me pregunto si la robó alguien, o se aburrió de todo este cuento, este teatro de planeta, esta farsa de sociedad. ¿Pero, por qué no me llevó con ella? ¿Por qué no me invitó y ni siquiera me avisó? Al menos para prevenirme, al menos para prepararme...

    Ahora yo la busco en los rostros inocentes, pero están sumergidos en la red; en los árboles frondosos que me quedan de camino, pero no me detengo a respirar de ellos porque es hora de volver a casa; en la palabra de Dios, pero no me atrevo a leerla; en mis canciones favoritas, pero nada pasa; así la busco y hago que la busco, y todavía no la encuentro.

    Un día se me escapó y no se si volverá, si será temporal, como unas vacaciones; si se cansó de mí, o tan solo quiere darme una lección con su ausencia.

    Desde entonces no hay motivación ni una pizca de ilusión, pero sí desgano, apatía e inacción.

    Desde entonces llevo una de mentira, para producir sonrisas dependiendo de la ocasión, porque lo exige la cortesía, el trabajo y el día a día.

    Yo la seguiré buscando porque sin ella todo me pesa, pero, ni aunque tuviera, puedo ofrecer una recompensa, porque ella, como pocas cosas en esta vida, no se compran ni se fían.

    Si la ves por ahí, dile que yo con ella iría; la reconocerás porque es optimista y te regala muchas sonrisas. Ah, una cosa más: le llaman Alegría.



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