Cronología de una venganza. Parte IX: Intermitencias

Marzo, 2019. Los días transcurrían sin avisar, sin parar, sin perdonar ni esperar a nadie, haciédose algunos más largos que otros. Pero el tiempo durante su andar parece que juega con la gente, eventualmente se lleva personas de tu vida, te trae gente nueva y unas veces trae de vuelta seres y experiencias que ya se había llevado por su paso.

    Así volvió Alessandro a la vida de Emily, como un atractivo ángel caído del cielo; como una tregua que le daba la vida durante la adversidad; o un rayo de sol que le regalaba el cielo después de haber visto tanto llover.

    Le conoció muchos años atrás trabajando cerca de él, mucho antes que a John, pero lo que hubo entre ellos fue un asunto intermitente, de aquellos que, por una u otra razón no pueden pretender ser más de lo que ya son; quizá experiencias mágicas que a lo largo de la vida deben ser interrumpidas; puestas en lista de espera; guardadas por si más adelante se pueden revivir, o simplemente olvidadas. Fue para ella el amor platónico personificado, alguien que se quedó en su piel y en su memoria, quien a lo largo de los años durante muchas noches se apareció en sus sueños sonriéndole, vistiendo una camisa azul celeste de mangas cortas, sin explicación aparente y a pesar de no haber tenido ya comunicación con él, como si algó hubiese quedado por decir, o por vivir.


    Favorecido por el cielo (o los genes de sus padres) con un metro ochenta y cinco de estatura, con sus ojos de café clarito y una voz suavecita que no necesitaba interrumpir a nadie, ni subir el tono o alterarse hasta que le diesen la razón, Alessandro era un hombre centrado, educado, respetuoso, amable, con un corazón lleno de sencillez y humildad. Con esa madurez que le aportaba tantos años de diferencia con Emily, detalle que para ella le hacía lucir más interesante.

    Se escribieron el uno al otro, a ver qué fue de sus vidas y él, que vivía tan lejos de ella, se dispuso a conducir hasta su pueblo solo por verla otra vez. Habiendo acordado la cita, ella una tarde volvió a tenerlo en frente después de tantos años.

  Con solo subir en aquella camioneta y sentarse a su lado, Emily recordó lo extraordinariamente bien que se sentía cuando estaba cerca de él, como si flotara en el aire y todo fuera perfecto, incluso la música que él solía llevar en su carro, las mismas canciones que a ella le encantaba oir.

    Llegaron a un townhouse donde él solía quedarse los años en que trabajó por allí y que aún conservaba, mismo que para ella fue como un refugio en el que siempre estuvo a salvo. Al lado de Alessandro el mundo de afuera desaparecía, los problemas no existían, como entrar en una dimensión desconocida en la que reinaba la paz, al lado de un ser humano que desprendía una vibra de calma, confianza y serenidad.

    En medio de las conversaciones, las risas y la entrega de dos mortales que se regalaron la oportunidad de darle un poco de gracia a sus vidas por un día, el tiempo pareció detenerse, y a la vez pasó muy rápido.


    Al terminar la tarde hubo que despedirse y continuar con sus vidas, él la llevó a casa y volvió a la ciudad. Ella se quedó con la certeza de que algunas personas nunca se van del todo, sino que quedan intermitentes durante la vida y que algunas historias no tienen final. También con el sabor que le dejaba la felicidad, sabiendo que esta no es eterna, que tan solo son momentos que se disfrutan estando plenamente presentes, a veces solos y a veces acompañados de personas que valoran nuestra presencia en sus vidas.

Abril, 2019. Los días siguieron pasando, porque al tiempo, igual que a la mayoría de la gente, no le queda otro remedio que seguir adelante. Si alguna vez a Emily la culpa intentaba merodearla, ella la ahuyentaba recordando todas y cada una de las humillaciones de parte de John, y aquella salía inmediatamente corriendo de allí.

    Alguna vez se preguntó de qué valía una venganza si la víctima no lo sabe y por lo tanto no la sufre. Pero para ella lo importante fue que en esta ocasión hubo una satisfacción personal que le hizo justicia a su ego, porque, a diferencia de la tal Pedro, Alessandro sí fue alguien, y significaba mucho.

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