Cronología de una venganza. Parte VIII: Poderoso Elixir

Enero, 2019. Lo que para Emily había sido solamente la primera estocada de su venganza contra John, además de un pasatiempo de dos minutos, para Bruno representaba algo más: una nueva ilusión en el vacío que tenía por vida, porque sí, el brujo también tenía familia y estaba infelizmente casado. Pero, rigiéndose por las enseñanzas de su marido, y aunque no se llamase Pedro, para ella su vecino tampoco era nadie y no significaba nada, más allá de lo que podía representar un buen amigo, o un medio para lograr una venganza.

    Cual perrito callejero hambriento y necesitado de afecto, al que un día le dan de comer y quiere quedarse para siempre, Bruno ya no quería salir de casa de Emily, sus visitas se volvían frecuentes e imprevistas, a veces inoportunas; y, un día, en medio de alguna conversación, él insinuó que seguramente John ya estaría rehaciendo su vida sentimental, y por lo tanto, ella también tenía derecho a rehacer la suya.

    Sin embargo, y a pesar de los antecedentes de su marido, a ella algo le decía que aquello no era cierto; era ese mismo "algo" que le decía que su vecino la estaba manipulando.



Febrero, 2019. Dado que las cosas en el exterior no iban como John esperaba, aquel ya no sería un viaje de algunos meses del que pronto volvería. Así que le aseguró a Emily que las llevaría con él en cuanto le fuese posible.

    Con la intención de ponerle a prueba y comprobar la sospechada manipulación, ella le contó a su vecino que en los próximos meses se irían con su marido, solo para ver cómo reaccionaría este. Y efectivamente, Bruno empezó a exponer excusas con las que intentaba hacerle pensar que aquel viaje no le convenía.

    Por una parte, sugirió que ella debía irse a un tercer país, incluso, más adelante ayudarle a él a llegar hasta allá. Hasta se atrevió a decirle que en aquella tierra donde John pensaba llevarlas, su color de piel no tenía valor y por tanto le sería difícil prosperar y llevar una vida normal entre gente racista. Fue el argumento más arcaico que ella había oido en toda su vida, sobre todo porque venía de un hombre que nunca había vivido fuera de su pueblo y poco o nada sabía de la sociedad en otros continentes.

    Pero su desesperación fue más allá, cuando otro día fue a advertirle a Emily que sus espíritus le habían dado un mensaje para ella: "aquí estás corriendo un gran peligro, hay gente que no te quiere en esta casa, he visto que te van a violar y luego a matar, y mis muertos me han dicho que soy yo quien debe ayudarte. El trabajo que tengo que hacer te va a parecer raro, pero no te asustes, es por tu bien y es urgente, solo se necesita una muestra de mi semen y de la sangre de tu menstruación"...

    Si ella no cayó hacia atrás, fue porque no era Condorito. Su primer impulso fue soltar la risa, pero pudo contenerse a la vez que su mirada satírica expresaba: ¿tú me has visto cara de pendeja?. Negándose a creer lo que acababa de oir, no hizo más que rechazar inmediatamente semejante advertencia.

    No obstante, Bruno no se rendía y en muy pocos días volvió con una nueva artimaña que se notaba tanto o más desesperada que la anterior. "...Yo sabía que todas las almas se juntan por alguna razón, tú y yo estamos destinados a salvarnos el uno al otro. Tuve una premonición y lo que me espera es  muy grave, un accidente que me va a dejar en silla de ruedas, y tú eres la única que puede librarme de ese karma".

    Ahora, adivine cuál era la solución, según Bruno, para evitar que se hiciese realidad esta nueva premonición. ¡Sí!, la poción mágica, el poderoso elixir, la mezcla de los fluidos corporales más íntimos de ambos.

    Arrodillado en el suelo, él suplicó a ella que no le abandonase en esa situación, que le prometiese que le ayudaría. Pero ella ya no pudo más con tanto artificio y, esta vez sintiéndose molesta y ofendida, se negó rotundamente a prometer nada. Mirándole desde arriba, repentinamente sintió un dejo de compasión, porque en el fondo lo que veía era un pobre hombre obsesionado, con muchas carencias afectivas, suplicando compañía.

    Nacida y criada en un pueblo tan esotérico, Emily suponía cuál era la finalidad de unir los fluidos de dos personas. Habiendo conversado una tarde con una de sus tías, también conocedora del mundo de la magia, pudo confirmar lo que sospechaba, su vecino estaba tratando de amarrarla y la única manera que encontró para obtener su sangre voluntariamente fue sembrando en ella terror y luego lástima a través de mentiras.

    Ella empezó a restarle atención, ya no le respondía mensajes, le evadía si lo veía pasar y así hasta que poco a poco consiguió alejarle de su vida.

    Teniendo en cuenta los refranes que comparan la venganza con platos que se sirven y degustan fríos, para Emily el desliz con el brujo no resultó ser de los platos más apetecibles de su vida, ni fríos ni calientes. Así que aún no era suficiente, porque en ese sentido vengarse implicaba más una satisfacción personal que un daño hacia otra persona. Pero muy pronto haría acto de presencia en su vida un trocito de su pasado, para brindarle un banquete de entrantes, platos fuertes y postres de calidad.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares