Mi Tío Rogelio. Capítulo I: Infancia
Mi tío nació por allá en los años 60, era el segundo de seis hermanos, entre ellos mi madre, y el primer varón de todos ellos. Si alguien me preguntara cómo le recuerdo, diría que siempre le he visto como un portador del buen humor, de los que cuentan chistes y anécdotas de las que te ríes o te ríes, porque la gracia nació con él. También como un hombre optimista y de valores, que reflejan la crianza dada por mi abuelo y mi abuela.
Si le observo puedo entender de dónde ha heredado mamá su sentido del humor, y vienen a mi mente las veces que ella contaba anécdotas sobre él, rematando el final con una carcajada, porque mi tío, al igual que todos en este mundo, es un personaje con su propia historia. En confabulación con sus hermanas, he decidido llamarle Rogelio, pero ahora serán ellas las que te cuenten sus memorias.
"Tu tío Rogelio fue un niño obediente y pacífico, siempre dentro de casa. De la casa a la escuela y viceversa. Respetuoso con padre y madre. Se acomodaba para hacer la tarea delante del televisor, con el cuaderno y todo lo demás en una mesa, él sentado en su mueble veía el programa y al llegar publicidad, escribía.
Le gustaba ver en la televisión Tarzán, Los Locos Adams, La Familia Monster y Los Tres Chiflados. Sus favoritos eran Monstruos del Espacio y Meteoro. Le gustaba imitar el gesto de El Zorro y Raúl Amundaray, y elevaba una de sus cejas al máximo y me miraba para que yo le dijera "¡igualito!", eso parecía gustarle mucho. El era tan fanático de la televisión como lo es ahora, y se concentraba en la pantalla de tal forma que se volvía sordo a otros sonidos. Totalmente sordo.
Una vez lo dejé encerrado dentro de un escaparate... Eso dicé mamá, porque yo no me acuerdo, dice que estábamos jugando y yo lo dejé allí. ¡Ja, ja! Juro que no lo recuerdo.
También le alegraba mucho ver una montaña de comida en su plato... lo comía todo sin dejar nada, a mí me parecía bastante. Una vez papá lo castigó obligándolo a tomar un refresco entero, porque no se conformaba con lo que mamá le sirvió. No recuerdo si tomó gran parte del refresco. Sí recuerdo que nunca más protestó por cantidades.
Un día mi abuelo Fran le llevó un carrito patrulla que le encantó. Encendía las luces rojas, y frenaba por sí mismo, al toparse con algo retrocedía y continuaba en otra dirección. También le sonaban las sirenas, toda una novedad para la época. Oí que mi abuelo vió al vendedor del carrito en el terminal de autobuses y se enamoró del juguete para él. Debo decir que yo me quedé esperando algo para mí. Mi abuelo me engañó diciendo que luego me traería algo, que no había visto una muñeca bien bonita para mí.
Cuando vivíamos en la parcela de papá, hubo un episodio en Caño Colorado. Algo llamó a tu tío Rogelio hacia allá... y parece que permaneció bastannnte rato a la orilla del caño, viendo a la nada.
Por esos tiempos, no recuerdo si antes o después, ocurrió algo similar pero en otro sitio. No sé si te lo contaron. En El Silencio se fue el agua unos ocho días o más, y por eso papá nos llevó a Bachiller a lavar ropa en el río. Fueron también varias mujeres del mismo poblado, todos en el camión de papá.
Estando en el río y habiendo terminado el día de lavado, creo que nos preparábamos para el regreso cuando papá notó la ausencia de tu tío Rogelio. Caramba... no estaba por ningún lado, ni en casa de Doña Vicenta, ni en los alrededores. Andando en la búsqueda, fueron río arriba llamándolo a gritos, pero nada. Hasta que lo encontraron río arriba, bien arriba, después de la parcela del señor Díaz, que era la última, sentado en una piedra grande en medio del río mirando el agua, alelado. Sobresaltado cuando notó la presencia de ellos, papá le preguntó por qué se había ido tan lejos, al parecer respondió que creyó haber oido que le llamaban y caminó siguiendo la voz, pero que no se había dado cuenta de lo lejos que había llegado. Fueron los encantos, claro.
Cuando lo agarró la recluta, por allá por 1982-83 aproximadamente, tuvo la oportunidad de que lo sacaran. Papá fue a la capital a buscarlo, pero él dijo que no, que se quedaría a cumplir el servicio militar. Y se quedó. Habiendo analizado la situación, vio que si estaba en "el rancho" (la cocina), su ración de comida era mejor, más abundante, y se postuló como ayudante logrando obtener el puesto. Más adelante logró tener el puesto de chófer en el ejército y así pudo recorrer y conocer muchos lugares del país. De chófer también tenía el acceso a la cocina. Lo dicho, siempre con el estómago en la cabeza."
Y así lo describió Miriam, su hermana mayor y la primera de los seis, con los recuerdos vívidos e inmunes al tiempo, de una infancia divertida junto a su primer hermanito, mi tío Rogelio.
De mayor, mi tío se hizo policía municipal, estuvo casado, tuvo dos hijos y luego un divorcio. Pero, a veces parece que Dios (o puede que el diablo) se aburre si ve a los humanos teniendo una vida normal y entonces nos ocurren situaciones que sacuden nuestro mundo como lo haría un terremoto de gran magnitud.
A mediados de los 90's, durante una madrugada mientras mi tío Rogelio dormía con su pareja de aquel entonces, un trágico suceso cambió el rumbo de su vida.
Está historia es buena, y si el tío Rogelio tenía la comida en la cabeza supongo que tendría un almacén xq esa cabezota habarca bastante 😂😂😂😂
ResponderEliminarJajaja!
EliminarPues sí, cabezón le decía creo que su padrino 😃
ResponderEliminarAhora digo yo, quien será ese o esa anónima? No sé pierdan el próximo capitulo
ResponderEliminarPueden ser varias personas distintas. La sección de comentarios da la opción de mostrar tu nombre o comentar como anónimo.
EliminarEso de cabezón lo dice aún tu mamá,,.. le voy a dar un coquito
ResponderEliminarJajaja! Como hermano mayor tienes derecho, aunque ya esté grandota.
Eliminar